lunes, 25 de noviembre de 2024

La magdalena del Tempranillo

 
Yo no sabía que José María "El Tempranillo" se escondía en un cerro junto a la ermita de una Virgen llamada de la Fuensanta, que es muy milagrosa, y a la que muchas fieles visitan andando, descalzas, en agradecimiento a los favores concedidos. Allí no llegaban los migueletes, esos soldados mandados por Fernando VII para apresarlo, será porque ese bandolero nació en Jauja, que no es donde vamos cuando "todo esto es Jauja" como sinónimo de abundancia, prosperidad, exuberancia y riqueza, que también podría ser, salvo que no es Perú, si no que es una pedanía de Lucena, en ese epicentro serrano que forman Corcoya, Badolatosa, Puente Genil, Lucena, Herrera y Casariche, donde el insigne bandolero ganó el indulto. Yo voy a intentar ganarme el mío, para que algo del enorme agradecimiento para con los vecinos y vecinas de aquella localidad quede entre estas letras, tras el maravilloso día vivido.

Badolatosa es un pueblo pequeño de casas abiertas, donde sus vecinas dan lo que tienen. Virtudes pinta flores y niños Jesús y entre sus historias de infancia difícil, entre lágrimas, comprendí que en el Manquepierda que tanto me empeño en aplicar y adoctrinar más allá del verde y blanco, también está en el niño que fue su padre, aquel que desde Martos llegó a ese pueblo sin nada más que ganas de trabajar. Rocío me dejó una lección de vida y una madre poeta, Raúl el recuerdo de su recuerdo, Emilio una crónica de las norias de agua con dedicatoria y Calixto esa bondad que solo tienen las gentes de pueblo, que colorea las mejillas. Allí me llevó el Betis, donde su pasión se comparte intensamente, aunque haya ciento treinta kilómetros de diferencia entre ellos y el Villamarín. Allá van, sea cuando, como y donde sea y siempre, sin asientos libres en ese bus de los béticos con lista de espera. Eusebio no es el Alcalde, pero si es embajador, y un patriarca del Beticismo, un profeta de la fe de verdiblanca que ha hecho labor pastoral montando en su camión a los niños con el único requisito de decir "Viva el Betis" antes de subir para dar un paseo por el pueblo tocando el cláxon, además de hacer accionistas y socios, a medio pueblo.  
Un puente de hierro curvado y pequeño parece estar esperando a Francesca y a Robert, como fue cinematográfica frontera entre dos vidas separadas y unidas, como metáfora de dos orillas, la sevillana y la cordobesa y como nexo, el Genil, que no es tan verde como el Guadalquivir, aunque por sus aguas a veces, corre la miel, según cuenta la leyenda. Sevilla y Córdoba a un cruce de puente.
La avenida de Cuba conserva reminiscencias caribeñas, hay una fuente con caballos y la portada de la feria parece hecha a imagen del Costurero de la Reina o la Mezquita de Córdoba, con ladrillos rojos como los atardeceres que se escapan entre los olivares a la entrada y a la salida, surcos perfectamente alineados, bajo cielos de mil colores que me han envuelto el corazón junto a la generosidad de un pueblo de gente humilde y cariñosa, con una manera de hablar difícil y única, que a los niños llaman chiquetos y saben darle a las magdalenas, ese sabor de aquello que nunca se olvidará porque permanece en la memoria. 
Si Marcel Proust hubiese vivido en Badolatosa ...



 

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