lunes, 28 de octubre de 2024

Magia

 

A veces pienso que todo lo que me ocurre con la novela, es mágico. Desde el germen que le dio origen, lo que en mis clases de escritura creativa defino como "el detonante", salido de una conversación sobre una quiniela de fútbol hasta el resto, que parece haberse escrito con los dedos, el corazón, el alma y la memoria de la que no he sido testigo, pero si eco. Cuando aquella noche de noviembre, casi en secreto, se anunciaba que sacaban a Queipo de donde nunca debió estar, supe que la magia iba a sorprenderme más de una vez, y que llevaba razón quien me dijo que a las calles solo había que escucharlas cuando nos hablaban. De la presentación maravillosa de Paco en la también maravillosa librería Verbo de Sierpes, salí con el sobrenombre de la Patti Smith del Polígono de San Pablo y una segunda edición. Poco a poco me llegaban comentarios sobre la novela, de gente allegada a mi y de gente menos allegada, pero que a la mayoría no solo le gustaba, le emocionaba. La magia continuaba cuando me vi asomada al escaparate de la librería Botica de Santa Catalina, donde esta escritora de niña soñaba con asomarse, miren ustedes por dónde. Y llegó Carmina, con la primera de las dedicatorias, y María, una lectora desconocida de noventa años y sus lágrimas de emoción en un video grabado por su hijo, llegaron el cariño de las reseñas de Antonio Manuel, Guillermo, Pepe o Marisa, la lluvia en las noches del Baratillo, la conexión mágica con Pilar, la Carbonería de Parras, Agustín, el Ateneo de Mairena del Aljarafe, Fernando, la biblioteca del Congreso de los Diputados, Alfonso, la de la casa de la Cultura de Méjico, a donde llegó de la mano de José Luis, a quien tantos cafés le debo. Llegué en forma de saquitos con garbanzos, una genialidad de Enrique y llegué a llenar la soledad de Rosario, cuando la leyó dos veces, y llegué a Lourdes y su biblioteca de Sierra de Yeguas donde he estado sin estar, donde estaré. Llegaron Isabel, de San Jerónimo y los mensajes inolvidables llenos de emoción de Calixto, Virginia, Leonor y Teresa, llegó Rocío, que me lleva ejemplares a firmarlos al campo del Betis y llegaron las compañeras del trabajo que me incitan a que no deje de escribir, las alumnas del club de lectura a quienes les conté la verdad de las mentiras, Joaquín, que se la leía a su madre cada noche o el mismo Zatu, el que llena los estadios y se molesta en hacerse una foto con la novela y subirla a redes sociales para reivindicar a los autores de barrio, casi ná. Más magia. Lectores que han hecho posible una tercera edición en base al boca a boca, ningún medio de comunicación ha secundado esta historia que ya es de ellos, que ya no me pertenece, algo que me llena de orgullo, satisfacción y emoción. Pero tenía que llegar esta última feria del libro para que se colaran en mi alma definitivamente, como quien ha llorado, se ha emocionado y se ha acercado solo a decírmelo, o a darme las gracias por mi sensibilidad, tras compartir su libro con toda la familia o esa pareja de Algeciras que me pedía que no dejase de escribir, como ejemplo de tantas y tantas historias anónimas que verdaderamente, me tienen el corazón eufórico. 

Mi abuelo no sabrá que conquistar a mi abuela tirándole un garbanzo iba a dejar a esta escritora sin palabras, no sé cómo contaros lo que siento al verme en tantos ojos que como diría Pedro Salinas lejos de mi me están viviendo. GRACIAS con mayúsculas, es lo único que se me ocurre.

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