jueves, 13 de noviembre de 2025

Bellerín y Clarice

 


Es cierto que hay libros que nos encuentran para marcarnos e identificarnos para siempre, como le ocurre a determinados futbolistas con determinados equipos, como nexo mágico entre afición y camiseta. A Héctor Bellerín le pasó cuando su padre le explicó que jugase donde jugase, siempre llevase debajo la de ese Betis suyo, de raíces e identidad.

Cuando llegó, con los ojos llenos de ganas de ser bético y aquella camiseta puesta por su padre desde que era un niño y se echaba abajo las rodillas corriendo por los campos de albero de la novena provincia, por donde juega el Betis de la identidad, ese futbolista anárquico, diferente, extravagante y original me ganó por goleada. Uno de los mejores jugadores, capaces de hacer vestuario y saltar al campo sabiendo perfectamente dónde juega, más allá de su táctica, su estética y su estrategia, Bellerín es todo lo que como bética me representa; lector, sensible y comprometido, es capaz de irse a la Feria del Libro a apoyar a las editoriales sevillanas y a los autores y autoras que no se asoman por los anaqueles de los nefastos premios Planeta.

Él se ha encontrado con la prosa magistral de Clarice Lispector envolviéndose en su lectura reconociendo esas etapas de la vida en las que un libro te encuentra y yo que no soy ni por asomo como la autora brasileña, si soy una escritora bética y una bética escritora que no encuentra las palabras para agradecerle que forme parte de la alineación de los jugadores ejemplo de tantas cosas, tan necesarios fuera y dentro del terreno de juego. Quisiera describir el orgullo que supone que alguien como él esté ya no dentro del once inicial de este Betis ilusionante, sino en la memoria donde se le recordará como aquellos dorsales que vinieron para dejar su estela y su diferencia, de esos futbolistas que lejos de la hierba, permanecen entre el tiempo y la memoria, como canta nuestro himno.

Bellerín me representa en todo, más allá de lo puramente bético porque me gusta que se moje por las causas sociales, vaya en bicicleta por Sevilla, lea y entienda a Fernando Mansilla y su “Canijo”, reivindique y se vista con ropa de conciencia ecológica. Los futbolistas deben dar la imagen de compromiso social tan necesaria ante tantos ojos que los miran, y pocos son los valientes que la ofrecen, quizás por no doblegarse a las marcas que sustentan su poca personalidad y sus extravagancias, por eso sus unas uñas pintadas o el alzar la voz por la libertad de Palestina es algo que para mí, ya lo hace único e inolvidable en mi corazón de bética.

Ojala pudiera cruzarme con él más allá de la grada, alguna vez en la vida, por el carril bici o por el negro sobre blanco, como la Clarice Lispector que también pretendo ser, para que me lea y para que lea que esta escritora bética y ante todo, bética escritora le agradece enormemente el compromiso, la valentía y la diferencia como jugador imprescindible en este Betis ilusionante. Y lo hago además, con tinta verde.




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