jueves, 10 de julio de 2025

La incurable sonámbula

 


Con canas en mi cabeza y en los prados escarcha, que diría Rosalía, sin dejar de soñar y con esta primavera constante en el alma, cumplo 56 años llena de un entusiasmo incombustible. Celebro la vida sin echar de menos a nadie y celebro un año más con mi torpe aliño indumentario, el rarismo ilustrado y el ser un cúmulo de cosas aparentemente distintas, por eso me siento tan orgullosa de ser en parte, un oxímoron. Muchos se sorprenden de que siempre esté alegre, y es que siempre lo estoy, quizás porque tengo una habitación propia y un lugar para escribir, que diría Virginia Woolf, una librería llena de libros, libertad, autonomía, una bici que me lleva donde quiero y en mi corazón, su hoy, su siempre y su todavía. Una Patti Smith del Polígono de San Pablo, una Sandy que no apaga colillas con el tacón, una gorriona de barrio que sigue fiel en conseguir convertirse en la escritora que dicen que soy, pura filosofía de  Manquepierda, por eso, espero ver pronto la portada de mi próxima novela como propósito de mi año nuevo. Y espero seguir soñando, observando, sumando en las barras de los bares, hilvanando puestas de sol sanluqueñas, un Jueves Santo luminoso, muchos goles de mi Betis y sobre todo, seguir juntando muchas letras por la azotea de mi misma, hasta que llegue la de verdad

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