domingo, 21 de abril de 2024

el referéndum de abril

 

Hemos cruzado los brazos, y Sevilla se nos va, y al rio vamos tirando lo que ya no volverá, y es que hubo, entre otras muchas cosas, una feria que ya no volverá, que permanece en las aguas de los recuerdos, donde la ciudad de la alegría, de la mentira y la vanidad, abría sus ojos encendiéndose la noche del lunes al martes. Aquella era una feria accesible, en la que íbamos a comer toda la familia con las tortillas de papas y los filetes empanados, en la que bajo el traje de flamenca setentero de quien os escribe, mi madre me colaba un jersey de cuello vuelto contra mi voluntad porque ya se sabe lo que el relente pega a la madrugá y a los niños, los mismos que dormíamos en dos sillas abiertas y mirábamos con los ojos de rabillo negro, y donde la orquesta que amenizaba, en aquellas casetas exclusivas donde amenizaba una orquesta, no llegaba al reguetón. Ahora se escucha más a Maluma que a los Amigos de Gines y apenas hay tablao para bailar sevillanas, que es lo que se debe bailar en la feria. Hubo y habrá peleas, sillas volando y papas gordas, gente doblá y gente que ha ligado y se ha perdido entre la oscuridad y el silencio atronador de la calle del infierno, sin temer que nadie te grabase con un móvil sin impunidad alguna, ni respeto. Se ha vuelto de la feria con el bastón de las carreras de camellos, con el oso de peluche gigante y con la yogurtera, y nos hemos vuelto ocho o diez, en un Seat 127 al Polígono de San Pablo, ahora el autobús y el metro facilitan mucho las cosas, léase con toda la ironía del mundo. En la feria de ahora las mujeres se visten de flamenca con más o menos estilo y los hombres que la acompañan, parece que van a un Viacrucis, los políticos, empresarios y pelanduscas frecuentan el albero como un Monipodio y ante las puertas de las casetas más que algodón de azúcar y puestos de coco hay paparazzis buscando el coche de caballos lleno gente deseosa de ser vistas. Jarras de rebujito a 18, 20 euros y tortillas de cuasi plástico para treinta dos tenedores, literalmente, mantoncillos bordados made in China y botines bajo los volantes. Que haya un referéndum para elegir que formato queremos me es indiferente, ya que todo es diferente, ya que a quien beneficiará será a los que se han apropiado de una ciudad que está desgraciadamente muriendo de éxito, y donde al rio vamos tirando lo que ya no volverá; silencio de calles a cambio de juerga en piso turístico, bares que se han rendido a la tiranía de la media ración y el velador, despedidas de solteros/as con ridículo séquito y el doloroso poco respeto al silencio innato de nuestra Semana Santa, con tanta charla, y con tanta chancla y tanta foto de móvil. Sevilla es un sentimiento que no se puede perder, por no mirar con el alma lo que los ojos no ven.... Lamento escribir con letra tan rancia pero ya son demasiadas cosas las que he tirado al rio, como aquella prefería de intratoldos. Habrá un referéndum para elegir el modelo de feria, ojalá poder también reivindicar antes que a un Omar Montes que parece no saber quien fue y será Chiquetete a los Romeros de la Puebla; que Sevilla es nuestra gloria y se nos va de las manos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario