lunes, 25 de agosto de 2025

El óculo

Las bufandas bailan con el mismo aire de siempre, aunque en la pantalla de algún móvil se lea que en la grada de preferencia son las 21.30 horas en Santiponce. Aquel desangelado paraje nos acoge como en asilo político, un exilio de sur a norte, abrazándonos con la lengua del rio, el Betis de verdad, una vía del tren, una autopista, un puente y el pulmón verde de la ciudad donde el huevo de Colón queda como referente de la dejadez y la universalidad unido al eco emocionante de algún concierto mítico y aquella noche de abril de gol de Miranda.

Abrazos en la grada, caras nuevas y tras la incertidumbre de no saber cómo llegar o como salir, queda la ilusión intacta y la alegría que genera, provoca y trasmite el Betis, que puede más que nada y más que todo. Suena el himno y salta al campo Su Majestad, el Real Betis Balompié, con el recuerdo de los que no verán ni el Betis de las ganas de Betis de Pablo García ni a los vencejos, que han preferido guardarnos el sitio, en esos sus atardeceres heliopolitanos.

Ellos, desde el óculo, verán que en el exilio cartujano, el Betis también será el Betis del cuarto anillo y que juegue donde juegue, siempre jugará en casa y teñirá de verde el camino, vaya donde vaya. Un óculo que recibió a la Esperanza Macarena, que vio cantar a Bruce, a Madonna, a AC/DC o a U2 y también vio cómo ganábamos una Copa del Rey y que ahora verá el hormigón teñido con la idiosincrasia bética; gloria, fango, tradición y modernidad, mientras Alberto Tenorio se asoma en el marcador para aglutinarlo todo y recordarnos de donde venimos y a dónde vamos.

Se oye algún “feliz año nuevo” y ese pellizco de los Cantores, qué melodía más bonita para brindar por el porvenir. Sobre el césped, la ilusión renovada, el verde y blanco inundando la grada mezclado con el naranja, banderas al aire y que rujan las gargantas.

Nos marchamos ganadores sabiendo el camino de vuelta, con tres puntos y el gol de Lo Celso, quien se besa el escudo sabiendo donde está. Y como en una marcha verde, una de tantas de las que surcan las arterias béticas de su intrahistoria, por los tensores del puente del Alamillo la noche dibuja un triángulo con trece barras invertidas sobre las aguas del rio de mi Sevilla, novia del Betis....